domingo, 15 de agosto de 2010

contar anecdotas 2

Anécdotas del asedio francés a Cádiz


INFORMANTES Y RECOPILADORES VARIOS

Información extraída de la página www.guardiasalineraisleña.com (San Fernando, Cádiz) con autorización de su junta directiva
TORTILLA A LA FRANCESA

Debido a la falta de alimentos sufridos por la población isleña durante el asedio francés, se dieron multitud de casos en los que el ingenio supo sobreponerse a la carencia que la guerra provocaba.

Uno de estos ejemplos culinarios fue la invención de lo que se vendría a conocer posteriormente como tortilla a la francesa; al parecer algunos isleños que habitaban junto al actual Puerto de Gallineras (su nombre proviene de la presencia histórica de gallineros en la zona), ante la falta de patatas decidieron no privarse de uno de sus platos favoritos: la tortilla española (con patatas) elaborando la misma sin añadirle ni rastro de ellas, es decir solo con huevos.

Desde entonces fue conocida por la población como "la tortilla de cuando los fraceses", siendo muy elaborada posteriormente por las familias isleñas cuando al mercado no llegaba suficiente genero de patatas. Teniendo siempre las dos opciones Francesa/Española.


EL RETO DE LOS CAZADORES SALINEROS

Cuenta la historia que en la presentacion que hizo Sanchez de la Campa a las autoridades militares locales ofreciendo la idea de usar salineros en tareas de vigilancia y reconocimiento; un alto cargo le hizo la siguiente puntualizacion "¿cree usted que personas que llevan toda su vida empuñando herramientas sabran ahora empuñar y disparar un mosquete?". A lo que Sanchez de la Campa contestó retando a dos de sus mejores tiradores contra dos de sus salineros, uno de ellos mas concretamente familiar suyo, poniendo como única condicion que las armas las llevara cada contendiente y que se hiciese una prueba de blanco en movimiento; quedando citados el dia siguiente en una de las salinas propiedad del mencionado.

LLegado el dia se presentó este mandatario con dos fusileros equipados con mosquetes: la prueba fue la siguiente: se debía de alcalzar un sombrero atado a una estaca de 3 m de altura por una larga cuerda que era agitada por el viento de levante a una relativa distancia teniendo cada tirador la opcion de dos disparos. Siendo el resultado el siguiente: los fusileros obtuvieron dos blancos en sus 4 tiradas y los salineros hicieron pleno en las suyas obteniendo 4 blancos de 4 tiros.

El mandatario herido en su orgullo comento que no sería lo mismo el movimiento de un francés y que sería complicado acertarle, comentando de la Campa que más se movían los patos en vuelo y bien que daba cuenta de ellos en su cazuela.


EL COCHERO Y EL CERRO

Cuenta la historia lo siguiente:

Necesitada la Isla de León de muy diferentes sevicios a causa de las incomodidades sufridas por tan gran cantidad de tropas en la Villa, un médico Gaditano fue solicitado por una familia isleña, residentes cerca del denominado Cerro de los Mártires.

Como medio de transporte para dirigirse a la Isla de León, utilizó una de las calesas que normalmente hacian este trayecto. Cuando llegó a su destino en una de la huertas que rodean el cerro isleño, se sorprendió grandemente al preguntar al cochero por el precio del trayecto que consideraba abusivo. A lo que el conductor le replicó con gracejo:

"No se sulfure usted tanto Señor doctor, es la tarifa habitual que se cobra por el trayecto desde la ciudad de Cádiz hasta la frontera con Francia".


EL ARTILLERO MONSIEUR SENARMONT

Se cuenta de Monsieur Senarmont que fue uno de los jefes de la artilleria que cañoneo el recinto de la Isla de Leon.

Por lo visto recorria a caballo todas las baterias del despliegue frances, y en una denominada "Villat", que era la mas avanzada a La Isla contando con siete cañones, habia de probar un afuste de nueva invencion en compañia de varios oficiales de alta graduacion; para ello ordeno a dicha bateria abriese fuego contra la Isla de Leon.

Sus subordinados le advirtieron del peligro que supondria una posible contestacion del fuego por parte de las baterias españolas.

Muy orgulloso, se quito el sombrero y dijo a sus hombres que no se alarmasen tanto; que el si hacia falta recibiria las bombas españolas.

Efectivamente, los artilleros de La Isla, iniciaron un fuego sosegado pero certero, llegando a alcanzar a Senarmont de pleno en la cabeza.

De el dijeron sus soldados parodiandolo: ¡murio ese hombre, orgullo de hombre!


LOS INGLESES Y EL VIENTO DE LEVANTE

En la construccion de una de las baterias del cerro de los martires, se suscito una discusion entre los ingenieros ingleses y los isleños.

Proponian los ingleses construir la bateria con un parapeto de fanginas alrededor de un foso, a lo que replicaban los isleños que dicho foso quedaria cegado por la arena del parapeto en cuanto soplase el viento de levante; proponian los isleños construir los parapetos con pitas que tanto abundaban en las vallas, y que esta planta amortiguaria el efecto del levante en la arena.

Respondieron los ingenieros ingleses, que se necesitaria un huracan para llenar el foso de arena, y que por lo que a ellos respecta, no conocian viento alguno capaz de tal proeza, por lo que procedieron a construirlo con sus tecnicas.

Poco tiempo despues, soplo un fuerte levante durante 6 dias, cegando el foso, teniendo que recurrir los ingleses a la construccion del parapeto tal como indicaban los isleños.


LOS ARTILLEROS ESPAÑOLES

Se cuenta que durante las negociaciones que existian antes de la rendicion, conducia un oficial español a uno frances hacia el interior de nuestras posiciones; como era constumbre el Frances que venia a negociar llevaba los ojos vendados.

Durante el camino de entrada los oficiales iban hablando sobre el trascurso de la guerra y de las diferentes acciones, dijo el frances: "ustedes han tenido la ventaja de la excelente artilleria inglesa que tan buenos servicios les ha prestado".

La casualidad quiso que estos comentarios se hicieran cerca de una posicion donde descansaban los artilleron que la habian servido; eran soldados medio desnudos tostados por los rayos del sol y con las ropas hechas jirones por la polvora.

El oficial español no perdio oportunidad, le quito subitamente la venda de los ojos al frances y le dijo: "ahi estan los artilleros ingleses de los que hablais", señalando a nuestros valientes.

El frances se sorprendio y expreso: "el general Dupont y todo el ejercito estabamos equivocados. Estas gentes por su figura y os puedo asegurar que tambien por sus obras, parecen los mismos compañeros de Vulcano que el infierno hubiera abortado aqui para nuestra ruina".


LOS VIEJOS VERDES

Fueron los "viejos verdes" tropas muy valoradas en la Isla de Leon por su procedencia marinera. Se integraron en el Regimiento España El Martir.

Estos hombres, 400 mas concretamente, pertenecieron a la escuadra de Mazarredo en 1797, navegando por America y participando en multitud de batallas como Trafalgar, demostrando su buen hacer. Prestaron servicio en las inmediaciones del Puente Zuazo.

El sobrenombre de "los viejos verdes" tiene la siguiente explicacion: de paño verde eran sus uniformes, que se hicieron muy conocidos en la Isla de Leon y debido a su antiguedad militar se les coloco el apodo de viejos. Esta unidad se gano el cariño y la admiracion del pueblo isleño destacando en acciones como la del 26 de Julio de 1811.


EL WHISKY DE LOS INGLESES

Encargada a las fuerzas inglesas de la defensa del sector del Cerro de los Mártires, instalaron sus oficiales una especie de pequeñas cantinas donde la tropa se pudiese evadir de sus obligaciones diarias con la defensa isleña, sirviendo de esparcimiento en los pocos momentos que los franceses les dejaban libres.

Al parecer la bebida que más se consumía por parte del personal inglés era el whisky, que traían en abundancia en sus barcos y que recibían asiduamente a través del cercano Puerto de Cádiz.

Tenía esta bebida tanto éxito entre los ingleses, que muchos soldados españoles se interesaron en catar aquella bebida tan diferente al vino de la zona. Produciendose intercambios de diferentes bebidas entre las tropas acantonadas en La Isla.

Aquella bebida fue conocida por los isleños como güisqui, dicha palabra fue dejenerando y evolucionando hasta obtener el vocablo "GUICHY" relancionando las pequeñas tascas inglesas con esa bebida, de ahí que en nuestros dias y en la Ciudad de San Fernando, aún se conozcan las pequeñas tascas por el nombre de GUICHY.

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